Varios años más tarde, en una época sin vueltas olímpicas,
el combinado de Avellaneda volvió a festejar con la obtención de la Supercopa
de 1988. Ese equipo conducido por Alfio Basile contó con dos volantes creativos
que supieron complementarse como Miguel Ángel Colombatti y Rubén Paz. En ese
torneo Colombatti marcó dos goles. En el partido de ida de la final, la
Academia ganó por 2 a 1 a Cruzeiro y en la revancha empató 1 a 1.
Después de una temporada en el Genoa de Italia, Paz regresó
a Racing y en el torneo Clausura de 1991 comenzó armar una sociedad con Alberto
Carranza. Luego de un año en la Primera de la Academia el Betito fue
transferido a Boca. Después algunas temporadas sin parejas explosivas, en 1995
y 1996 Claudio López se entendió en varios partidos con Marcelo Delgado, quien
venía de vestir la camiseta de Rosario Central. Los dos delanteros tuvieron
buenos partidos pero no pudieron cumplir el sueño de la vuelta olímpica.
El Piojo López fue transferido a Valencia de España en
agosto 1996 y el Chelo Delgado continuó en la institución albiceleste unos años
más. En la etapa de Ángel Cappa al frente del conjunto de Avellaneda el ex
delantero del Canalla encontró un nuevo socio en Diego Latorre. Los dos
atacantes también crearon una buena dupla pero la irregularidad del equipo por
un lado y el juego arrollador de Boca por el otro, Racing se quedó en las ilusiones
de pelear el torneo Apertura 1998.
Los años sin títulos eran una mochila cada vez más pesada
pero en 2001 el técnico Reinaldo Merlo apostó en el tramo final por los jóvenes
Maximiliano Estevez y Diego Milito, quienes fueron importantes para el logro
del campeonato Apertura. De esta manera se cortaron 35 años sin dar una vuelta
olímpica en el ámbito local.
Por Diego Bentivegna.
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