Foto: Fútbol Para Todos
No es capaz de liderar un vestuario, Messi no es capaz de controlar los tiempos de un partido, tampoco puede conseguir una falta y luego clavarla al ángulo. Lionel no le da a sus compañeros cierta tranquilidad cuando tiene el balón a sus pies, y por supuesto nadie se la quiere pasar a él.
Argentina jugó un flojo primer tiempo, y cuando digo flojo es una manera de decir, porque el fútbol jamás apareció y las dudas en el mediocampo transcurrieron desde el minuto seis (Gol de Otamendi) al 60. Panamá por su lado, hizo de las suyas, le quitó la pelota a la Selección y le generó algún que otro dolor de cabeza, aunque la expulsión de Godoy lo obligó a retrasar al equipo y a darle la posesión al rival.
Así se fue la primera parte y así comenzó el complemento, aunque por suerte solo fueron quince minutos en donde el conjunto del Tata Martino circuló por toda la cancha sin sentido. Sobre los 61, el momento más importante de la noche surgió en la ciudad de Chicago. Leo, vestido de bombero, ingresó en lugar de Augusto Fernández y solo tardó siete minutos en dar el primer grito. Tras un rebote en un despeje de la defensa panameña, la pelota le quedo al diez y con sutileza acarició la red.
A decir verdad tengo dudas de saber el verdadero significado de la palabra personalidad, quizá Maradona tenga razón y yo me equivoque, pero Messi tiene todo aquello que lo convierte en un líder. Y si hablamos de personalidad en vestirse, "el tipo va y se pilcha un pantalón verde". Si se tiene que dejar la barba larga por tan solo una ‘cábala’ de sus compañeros, se la deja.
El partido por un momento pareció dejar de ser un encuentro por Copa América, todas las miradas estaban enfocadas en él. A los 32, Lio, clavó un golazo de tiro libre y diez minutos más tarde, enganchó en el área y definió como solamente define él. Sobre el final, Rojo asistió a Sergio Agüero y el delantero no perdonó. 5-0. Final.
Por Elias Farias
Twitter: @eliasnfarias
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