Foto: Fútbol Para Todos
Lector, un simple consejo para vos, que quizás ya lo conozcas o te lo hayan dicho, pero nunca viene mal repetirlo de vez en cuando. Nunca te vayas del cine sin haber visto el final de la película, nunca dejes el libro por la mitad si observas que es aburrido, y por último, nunca le cambies el canal a tu televisor si ves que el partido te deprime (y más un clásico). “En el fútbol todo puede pasar”, eso es lo lindo que tiene este deporte, porque puede convertir un partido que te hacia llorar los ojos como una cebolla de solo verlo en el primer tiempo, en uno con alegrías en el final de la historia.
Esta es la introducción para comenzar a hablar sobre el clásico que disputaron Independiente y Racing en el Libertadores de América. En la previa este juego prometía buen juego por parte de ambos, con el Rojo tomándose revancha por lo ocurrido en la Liguilla Pre-Libertadores, si Diego Milito tendría la oportunidad de anotar su propio gol en su ¿último? clásico, si Oscar Romero sacaría a bailar, como es su costumbre, a cada jugador de Independiente que le intentara arrebatar la pelota, o si el Tanque Denis convertiría en el arco que da a la hinchada de los diablos rojos luego de 8 años en Europa. Tal vez me quede corto con lo que proponía esta nueva edición del clásico de Avellaneda, pero ninguna de estas premisas ocurrió.
En los primeros 45 minutos que fueron para el olvido tanto para Pellegrino como para Sava, ambos equipos no llegaron con profundidad a la valla de su adversario. Por parte de Independiente, Benitez solamente pudo desequilibrar una vez ante la defensa de Racing, Denis no pudo en ningún momento con Sanchez y Lollo, Jesús Mendez, de gran calidad para la pelota parada, envió cada centro a las manos de Saja. En la formación visitante, con la ausencia de Bou, no hubo ninguna chance clara de gol, sino solamente un remate de Romero que se fue arriba del travesaño. El primer tiempo fue una calamidad.
En el complemento, tampoco hubo para destacar hasta el momento de las emociones. El Ruso Rodriguez sacó un remate de Aued que tenía como destino la red del arquero local. Sava y Pellegrino movían las fichas: Longaniza mandó a la cancha a Vera por el Tanque, mientras que el Colorado llama a Licha Lopez por Milito y, unos minutos más tarde, a Rodrigo De Paul por Gaston Diaz. Cuando todos pensaban que el partido no sería ni de uno ni de otro, las alegrías llegaron al final.
A los 40 minutos De Paul se equivoca en la mitad de la cancha, Rigoni se anticipa a Grimi y lo deja solo a Leandro Férnandez para el 1-0 parcial, dejando a todo el Libertadores en una fiesta con bengalas en las plateas pensando que su equipo ya había ganado. Sin embargo, en un intento por llegar al empate, Acuña envía un centro pasado que captura el ex volante del Valencia, quien intenta sacársela de encima y tras un rebote en Tagliafico, la pelota le queda al paraguayo Romero que saca un centro preciso al área y Licha Lopez (con un gran olfato de goleador) inventa una chilena para lograr en el empate final a falta de un minuto. El 9 de Racing que había llegado desde el banco, en la única oportunidad que tuvo, la mandó a guardar ante la mirada del Ruso Rodríguez que se quedó pidiendo una falta que no existió.
Como le dije al principio, lector. Nunca le cambie el canal a su televisor si ve que el partido lo deprime, porque en el fútbol todo puede pasar.
Como le dije al principio, lector. Nunca le cambie el canal a su televisor si ve que el partido lo deprime, porque en el fútbol todo puede pasar.
Por Nicolás Santarelli
Twitter: @Nico_S_97
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